La visión se produce por el cristalino, pero sobre todo, gracias al tejido sensible a la luz que se halla al fondo del globo del ojo y que anatómicamente se llama retina. Precisamente el mal funcionamiento de la retina impide que se distingan los colores:
• La membrana de la retina consta de una capa pigmentada que cubre casi todas las coroides (entre la esclerótica y la retina) y evita los reflejos de la luz dentro del globo del ojo. Además tiene una capa de tejido nervioso que cubre la parte posterior y las dos partes laterales del ojo.
• En la retina se encuentran las células sensibles a la luz, que tienen forma de conos y bastoncitos.
• Los bastoncitos contienen una sustancia llamada rodopsina o púrpura visual, que se vuelve incolora con la luz. Se necesita tan solo una luz muy débil, como la del crepúsculo, para que las células en forma de bastoncitos estimulen las terminaciones nerviosas en el ojo y se vea una imagen en blanco y negro.
• En cambio, las células en forma de conos requieren una luz más intensa para transmitir el estímulo a las terminaciones nerviosas del ojo.
• De acuerdo con los estudios, se ha llegado a la conclusión de que en la retina hay varios tipos de conos, capaces de diferenciar las distintas longitudes de las ondas luminosas, de suerte que las imágenes pueden verse en colores.
• Pero con frecuencia sucede que algunas de esas células en forma de conos, sobre todo las que registran los colores rojo o verde, funcionan mal.
• Esto ocasiona una ceguera parcial en ciertos individuos, los cuales no pueden distinguir bien los colores y confunden los tonos rojo y verde.
• Esta enfermedad se llama daltonismo, porque en 1794 la describió el físico-químico inglés John Dalton (1766-1852), quien la sufría. Hay perturbaciones más leves de la percepción de los colores, llamadas anomalías cromáticas, más comunes que el verdadero daltonismo.