Los videojuegos son un medio de entretenimiento, distracción y diversión, y como todas las cosas, hay quienes están a su favor y quienes están en contra. Decir que a todos nos deberían gustar no se puede, pero tampoco se puede decir que deberían eliminarlos de la vida.
A diferencia de cuando empezaron a ser populares y estar al alcance de todos (por los años 80’s), hoy en día han ganado mala fama debido a que los niños, adolescentes y hasta adultos se la pasan horas y horas jugando, además de que algunos juegos tienen tintes o van contra los valores morales.
¿Por qué no nos gustan los videojuegos? No me apetece jugar a los videojuegos
Las razones pueden ser muchas y muy variadas, algunas de ellas serían:
• Que los vemos como una pérdida de tiempo.
• No tengo tiempo.
• Me gustan más otras actividades.
• Me aburren y me dan flojera.
• Prefiero estar en redes sociales o navegando en internet.
• Porque son difíciles.
• Sencillamente no me llaman la atención y punto.
Porque no me interesan los videojuegos por nada de nada
Otras razones para no jugar videojuegos:
• Algunas veces lo intente, pero soy muy malo para ello y actualmente no me llaman la atención.
• Son muy caras las consolas y en mi celular no es igual. Además, la PC de la casa hay que compartirla con mis demás hermanos y no me queda mucho tiempo para jugar.
• Siento que me puede hacer daño a mis ojos.
• Me gusta más un deporte o ver películas que estar jugando.
• No me quiero volver un adicto a los videojuegos con “x” persona.
Sin embargo, los videojuego pueden ser un arma de doble filo para quienes los juegan, todo depende cuanta atención haya de parte de los padres para controlar y supervisar el tiempo y los juegos que juegan.
Podríamos hablar de ventajas y desventajas de jugar videojuegos, pero eso lo dejamos para otro tema, y únicamente destacaremos que los videojuegos pueden ser un:
• Momento divertido y lleno de emoción, además pueden fomentar la destreza, agilidad mental y mejor desarrollo menta.
• O pueden convertirse en una adicción que nos pueden dejar consecuencias negativas graves: bajo rendimiento escolar, obesidad, agresividad, desobediencia a los padres, incumplimiento de labores domésticas, falta de socialización…etc.