Cuando en una persona, en un animal o en cualquier organismo vegetal cesan las funciones vitales, se dice que ha muerto. Ya no hay reproducción celular:
• Nuestro cuerpo humano es un conjunto de células que son seres vivos y, como todos los seres vivos, nacen, crecen, se reproducen y mueren. Las células de nuestro cuerpo cumplen con las funciones citadas en breve tiempo. El tiempo que se nos concede para vivir, es el que emplea nuestro cuerpo para producir células nuevas que substituyan a las células que vayan muriendo.
• Tan pronto como el cuerpo humano sea incapaz de realizar la importantísima función de producir nuevas células para reemplazar a las que mueren, puede decirse que ya está muy próxima la hora en que ese cuerpo humano debe morir.
• Se dice que un hombre está clínicamente muerto, cuando hay paro respiratorio, paro cardiaco y silencio cerebral. Esto quiere decir que se considera que un hombre ha muerto desde el punto de vista clínico cuando se comprueba que los pulmones han dejado de inspirar el aire, el corazón ha dejado de latir y las células de la corteza cerebral están muertas.
• La muerte de las células de la corteza cerebral se comprueba mediante un encefalograma. Si éste registra una línea recta sin alteraciones de ninguna especie, es porque la corteza cerebral ya no recibe ni emite impulsos nerviosos. Por eso se dice que hay “silencio cerebral”.
• Pero ni siquiera después de comprobar el paro respiratorio, el paro cardíaco y el silencio cerebral se puede decir que todos los tejidos y los órganos del cuerpo están muertos. Modernamente se ha logrado trasplantar órganos de un cuerpo muerto a un cuerpo vivo y han seguido viviendo por largo tiempo. Es una práctica común la de trasplantar tejidos, por ejemplo, córnea del ojo, injertos de piel, etc.
• Los trasplantes de órganos son imposibles si se dejan transcurrir algunas horas desde la muerte del individuo, porque la falta de oxígeno determina la paralización y la descomposición de las células del órgano que se trasplanta.