• La sal, la pimienta, el vinagre, etc., son, por excelencia
excitantes digestivos;
estimulan el apetito y favorece la digestión de los alimentos
a los que se mezclan, y además son excitantes generales; ésta es la razón de que al privar de la sal a individuos acostumbrados a tomarla, se les provoque una tremenda debilidad muscular, la cual determina una pereza en la inteligencia y en todas las funciones del organismo.• El hecho de que estimulan el apetito no se puede considerar una virtud, pues incita a las personas sanas a comer con exageración, arrastrándolas, poco a poco, a la gota, diabetes y a la obesidad.
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Los excitantes producen una notable irritación de las vías digestivas,
traduciéndose en catarro.• Del mismo modo parecen ser
tóxicos en cierto grado.
• Esta irritación se propaga a todos los órganos por donde pasan en su camino al estomago e intestino.
• Su uso es prohibido a las personas delicadas de los riñones y del hígado.
• Muchos
enfermos se alivian de las enfermedades causadas por ello solo con suprimir de su alimentación la sal y las especias.
Lo más sano seria no usarla:
• Es mejor, pues, no usar los condimentos, excepto la sal, empleándose pero con moderación, en particular en las dos épocas extremas de la vida: en la infancia, porque entonces ya es instintivo el impulso de comer, y en la vejez, porque el hígado y los riñones no están ya en la plenitud de sus funciones de eliminación.