Si, todas las drogas alteran el funcionamiento del sistema nervioso: los tranquilizantes amortiguan las angustias de los neuróticos, aunque su acción no siempre es saludable; los anestésicos eliminan el dolor que causa la fresa del dentista. El alcohol produce en el tomador la euforia momentánea, pero conduce también al estupor.
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El alcohol como droga:

1. En el estado de euforia, la persona se siente relajada y se vuelve parlanchina, sociable y exitada; disfruta de alegría y muestra camaradería en una reunión. El alcohol extiende su influencia a la misma corteza cerebral. Según el célebre gastrónomo v erudito doctor Samuel Johnson, "lo mejor del discernimiento, la memoria, concentración y penetración se embotan y luego se pierden. Aumenta la confianza en si mismo, la personalidad se vuelve comunicativa y vivaz, y el hablar se torna elocuente y hasta brillante. Cambia el estado de ánimo y son frecuentes las explosiones emocionales".
2. Los cambios de actitud pueden ir de la alegría a la tristeza o a la violencia. Su conducta es emocional y errática, disminuye la coherencia del juicio y padece cierto grado de anestesia de la piel; hay falta de coordinación muscular y trastornos del equilibrio y de la visión.
3. El individuo presenta reacciones de su comportamiento variadas y más pronunciadas: agresividad, miedo grave, llanto; torpeza al caminar, visión doble, dificultad para pronunciar adecuadamente las palabras y comprender lo que se le dice.
4. Es incapaz para permanecer de pie, padece incontinencia de la orina, le sobrevienen vómitos y estupor; y finalmente:
5. Pierde la conciencia y los reflejos.
La velocidad con que se suceden estas etapas depende de varias circunstancias que se complementan:
De la rapidez y continuidad del consumo, de si el estómago se encuentra vacio, de la capacidad de absorción del alcohol (proceso lento en el vino, el pulque y la cerveza, que son bebidas fermentadas, y rápido en los licores, que son productos destilados y especialmente de una graduación alcohólica muchísimo mayor); del peso corporal del bebedor, que permite que los efectos se produzcan en proporción inversa, y del estado de animo en que se bebe; es decir, si está tranquilo o tenso.