Generalmente, se consideran seguras las cantidades de vitamina C ingeridas por medio de los alimentos; no obstante, los suplementos sintéticos de ella en exceso, han reportado efectos secundarios, como:
• Náuseas.
• Vómito.
• Acidez gástrica.
• Calambres abdominales.
• Rubor.
• Desmayo.
• Mareos.
• Fatiga.
• Dolores de cabeza.
Al masticar de manera repetitiva tabletas de vitamina C, puede presentarse un desgaste dental.
En casos extremos pueden haber afecciones como: cálculos renales, diarrea aguda, náuseas y gastritis. También existen casos de hemólisis, es decir, de destrucción de glóbulos rojos.
En personas con afecciones afectadas por la recarga de ácido, tales como cirrosis, gota y acidosis tubular renal o hemoglobinuria nocturna paroxismal, se deben evitar altas dosis de vitamina C.
Hay un riesgo inminente en personas que consumen altas dosis de esta vitamina y que desean bajar las dosis de ingesta, para lo cual deben hacerlo de forma gradual y no drásticamente porque, entre otras cosas, un consumo excesivo puede provocar alteraciones gastrointestinales.
Fuentes naturales de vitamina C:
• Naranja, frutilla, toronja, limón, mandarina, mango, melón, frambuesa, kiwi, grosellas, tomate, pimiento verde, verduras verdes (brócoli, repollo, repollo de Bruselas).
• La mejor manera de aprovechar la vitamina C es comiendo estos alimentos crudos o con un mínimo de cocción.